
En la era digital, nada es como solía ser. La percepción del mundo ya no es igual y, como dice Ritchin en las primeras líneas de su libro, "Ni tampoco escribimos, fotografíamos o incluso hacemos el amor de la misma manera." Esta época se vive en diferentes realidades, la vida virtual y la vida real. Mientras escribo este ensayo estoy escuchando en directo el concierto de Muse en Rock in Río por Youtube y mi mejor amiga hace la tarea en su casa en París mientras yo hago la mía y nos vemos por Skype. En mi vida real estoy en pijama tomando café. Todo ha cambiado y la guerra es un entretenimiento televisado. Nuestra sociedad está completamente inmersa en los medios, bombardeada por imágenes y palabras, cambiando totalmente nuestra percepción de la realidad. Uno vive en un constante cambio y estamos acostumbrados a la instantaneidad. Todo sucede en un instante. Una revolución de los medios es necesaria. "La revolución no será televisada". Ritchin espera que la revolución se encuentre un poco en su libro, objeto palpable, lineal y análogo.
La fotografía fue una representación de lo real pero la revolución digital trajo consigo a la fotografía modificada. ¿Los medios nos muestran realmente lo que pasa? Muestran sólo lo que quieren que veamos. Los medios son un filtro del mundo real así como, a menor escala, nuestros gadgets y redes sociales son un filtro de nuestra vida. En la Red sólo compartimos lo que queremos compartir.
Los medios digitales son creados con inteligencia y trascienden muchos aspectos de los medios análogos. Son accesibles y cualquier persona con acceso a la tecnología puede publicar, por ejemplo, los teléfonos celulares con una cámara incluida y que no se necesita ser un profesional para operar y compartir las fotografías obtenidas. El autor pregunta y nos hace cuestionarnos: "Pero, ¿ésta enorme expansión está haciendo del mundo un mejor lugar? ¿O nos estamos ahogando cada vez más en información, opiniones e imágenes, y volviéndonos más narcisistas?".
La imagen es más importante que lo representado. Las bodas, los recuerdos y esas imágenes son una búsqueda de la inmortalidad. Nuestra vida y todo el mundo es puesto en escena. Vivimos en base a salir "bien" o "mal" en una fotografía. Vivimos en base a las imágenes. Ritchin cita un episodio de White Noise, novela de Don DeLillo en el que el personaje principal visita "el establo más fotografiado de Estados Unidos". Nadie ve el establo y todos los espectadores solamente lo fotografían. El punto es obtener la imagen.
Ritchin habla de la primera modificación de una imagen que fue para la portada de National Greographic de 1982, dando así nacimiento a la era digital. A partir de ese momento se pudo fotografiar incluso el futuro (como las dos patinadoras rivales patinando juntas que se encontraría al día siguiente). Si la fotografía ahora es fabricable, el papel de la foto es menos trascendental, "el momento oportuno" de Cartier-Bresson tiene menos sentido (se pueden tomar muchas fotografías para corregir lo que faltó en la anterior y se ven al instante) entonces ¿no dejaríamos de confiar en la fotografía? Si sólo se usa la cámara para proporcionar respuestas, para aclarar ambigüedades y dudas y no se generan preguntas se está subestimando su capacidad. Pero si las fotografías pueden ser falsas y antes eran la prueba absoluta de una verdad, una evidencia, ¿ahora qué? ¿Todavía se necesita una cámara o incluso un fotógrafo? Y entonces se crea un debate. ¿Es correcto modificar o no imágenes? ¿Se pueden utilizar o modificar imágenes ajenas?.
Ritchin habla también sobre la maleabilidad de la fotografía. Su nueva flexibilidad la pone en duda pero le otorga la oportunidad de expandirse hacia nuevos horizontes. El turista de Sontang (citada por Ritchin) ahora es capaz de fotografiarse junto a su destino turístico (todos los destinos turísticos han sido fotografiados ya) incluso antes de partir. Se pude fotografiar el futuro. De cierto modo eso puede ser muy útil dándole así al turista la oportunidad de "saltarse" la foto turística y así descubrir nuevas experiencias y seguir sus instintos y así conocer, de maneras originales y diferentes, el atractivo turístico.
Una de las características de la fotografía es su ambigüedad. Ritchin cita, al principio de su cuarto capítulo, a Aldous Huxley: "Existe lo conocido y lo desconocido, en medio están las puertas de la percepción". Si en una fotografía aparece una persona llorando bien podría ser porque le entró polvo en los ojos o porque recibió una noticia terrible y lo digital permite respetar la ambigüedad de la fotografía a diferencia de lo análogo ya que, debido a la maleabilidad de los pixeles, la apariencia es solo un punto de partida. Richin habla aquí de la fotografía hipertextual.
En otras palabras Ritchin dice que la fotografía ha sido muy criticada gracias a sus efectos negativos y nos hace preguntarnos: ¿cómo mejorar el uso de la fotografía? El autor da el ejemplo de la fotografía de Lewis Hine que hizo que las leyes contra la explotación infantil se aprobaran, o el caso de la enfermera Maude Callen que muestra hechos reales y crea una diferencia social, un cuestionamiento como en el caso de Vietnam dónde la gente comenzó a dudar de las razones de la guerra. Sin embargo pueden existir interpretaciones negativas de la fotografía creando una "fatiga de la compasión", una "estilización de lo intolerable" gracias a los medios que bombardean imágenes perturbadoras, a su obsesión por escandalizar y al final uno termina "acostumbrándose".
Ritchin describe, en su octavo capítulo, Hacia la Hiperfotografía, a la fotografía digital (incluidos lawebcam y los screenshots) como líneas de pixeles definidos individualmente, cada uno con su color y tono, que representa un solo momento pero pueden ser extendidos y ampliados al unirse con muchos otros momentos a través de los hipervínculos. A la fotografía análoga se le describe como una fotografía "discreta que representa sólo una fracción de segundo y es responsable de cortar al mundo en segmentos que casi siempre son rectangulares". Con la fotografía digital es más fácil estar satisfecho, más rápido, pero con la fotografía análoga nunca se sabe qué es lo que está bien o mal, por lo tanto se pone más empeño. A los fotógrafos análogos se les llama shooters y a los digitales chimpings.
Ritchin cita a Gérard de Nerval: "Todo vive, todo actúa, todo se corresponde con todo. Es una red transparente que cubre al mundo." Ahora se habla de cyborgización de las personas: los gadgets se convierten en apéndices. En este capítulo se incluye una fotografía de un concierto de The Killers en dónde los asistentes, en lugar de utilizar sus encendedores como se acostumbra, usas las luces de sus celulares.
En la era digital vivimos constantemente vigilados por cientos de cámaras de vigilancia, incluso acechados, irrumpiendo en nuestra privacidad. En un futuro incluso un gobierno cínico podría distribuir artefactos que hicieran parecer que todo está bien, mostrándonos el mundo según nuestras preferencias.
Para concluir, Ritchin dice que la fotografía digital comienza a ser una aventura (como Nadar con su globo aerostático o las fotografías de "espíritus" del siglo XIX). Existen múltiples estados de la fotografía, "el gato de la fotografía puede estar muerto o dormido". Y como dice Cortázar: "[...] recuerdo petrificado, como toda foto, donde nada faltaba, ni siquiera y sobre todo la nada, verdadera fijadora de la escena."
La post-fotografía puede ser ambos lados, análogo y digital, y así documentar y delinear lo post-humano, cyborgización de lo humano. La fotografía e hiperfotografía puede ser vista aún como una confirmación o una exploración o ambos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario